El origen de Halloween se remonta a un antiguo festival pagano celta llamado Samhain, celebrado hace más de 3,000 años en Irlanda y Escocia. Samhain marcaba el fin de la temporada de cosechas y el inicio del año nuevo celta, que coincidía con el solsticio de otoño. Los celtas creían que esa noche la línea que separaba el mundo de los vivos y el de los muertos se volvía delgada, permitiendo que los espíritus caminaran entre ellos. Por ello usaban máscaras para ahuyentar a los espíritus malignos y encendían hogueras para protegerse. Con la llegada de los romanos, algunas tradiciones se mezclaron con celebraciones romanas, y posteriormente, en el siglo VIII, la Iglesia Católica adoptó esta fecha como víspera del Día de Todos los Santos, tratando de reemplazar las antiguas costumbres paganas. Halloween como festejo se fue transformando hasta convertirse en la noche de disfraces, dulces y actividades actuales, especialmente popular en Estados Unidos gracias a la inmigración irlandesa en el siglo XIX.
