El idioma más difícil de aprender generalmente considerado es el chino mandarín, debido a que es una lengua tonal con cuatro tonos principales y una escritura logográfica basada en miles de caracteres diferentes. Su pronunciación tonal puede cambiar completamente el significado de las palabras y su sistema de escritura no utiliza un alfabeto, lo cual genera una gran dificultad para los hablantes de español y otros idiomas que emplean alfabetos latinos. Además, la necesidad de memorizar miles de caracteres para leer y escribir a nivel funcional añade otra capa de complejidad.
Otros idiomas también considerados muy difíciles incluyen el japonés, por sus tres sistemas de escritura (hiragana, katakana y kanji), su estructura gramatical diferente y la importancia de los niveles de cortesía; el árabe, por su alfabeto único escrito de derecha a izquierda, la ausencia de vocales en la escritura, los sonidos guturales y los diversos dialectos; y el coreano, debido a su compleja gramática, alfabeto original (hangul) y la extensa cantidad de vocabulario y connotaciones culturales.
En resumen, el chino mandarín es el más difícil globalmente, especialmente para hispanohablantes, seguido por japonés, árabe y coreano, cada uno con dificultades particulares relacionadas con escritura, pronunciación, gramática y aspectos culturales.
