En México tiembla principalmente porque está ubicado en una zona de alta actividad sísmica donde interactúan cinco placas tectónicas: la de Norteamérica, la de Cocos, la del Pacífico, la de Rivera y la placa del Caribe. El movimiento de estas placas genera esfuerzos que deforman la corteza terrestre, y cuando ese material se rompe, se libera una gran cantidad de energía que causa los sismos. Esta interacción y subducción, especialmente entre la placa de Cocos y la de Norteamérica, es la causa más frecuente de temblores en el país. Además, en el sur de México la velocidad del movimiento relativo entre placas es mayor, lo que provoca mayor actividad sísmica en estados como Oaxaca y Chiapas. México registra diariamente muchos sismos, aunque muchos son de baja magnitud y no perceptibles para las personas. Este fenómeno se explica por la ubicación de México en el llamado Cinturón de Fuego, una de las zonas geológicamente más activas del planeta.