El glifosato es un herbicida de amplio espectro, es decir, un producto químico diseñado para eliminar una gran variedad de hierbas y arbustos no deseados. Fue desarrollado para controlar malezas que compiten con cultivos agrícolas absorbiendo la sustancia principalmente por las hojas y actuando de manera sistémica en la planta. El glifosato inhibe una enzima clave para la síntesis de aminoácidos esenciales en las plantas (fenilalanina, tirosina y triptófano), lo que detiene su crecimiento y provoca su muerte. Este mecanismo es específico para plantas y algunos microorganismos, sin afectar a mamíferos directamente. Es el ingrediente activo de herbicidas muy utilizados como Roundup y se aplica tanto en la preparación de terrenos para cultivo como en cultivos genéticamente modificados para resistirlo, como la soja y el maíz. Sin embargo, su uso es controvertido debido a preocupaciones toxicológicas y ambientales, ya que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) lo clasificó como "probable carcinógeno" para humanos en 2015. Esto ha llevado a prohibiciones o restricciones en algunos países. Además, se ha señalado su impacto negativo en la biodiversidad y posibles riesgos para la salud humana. En resumen, el glifosato es un herbicida muy efectivo y ampliamente utilizado en la agricultura para eliminar malezas, pero su seguridad y efectos a largo plazo son objeto de debate y regulación en distintos lugares.
