La ataxia es un trastorno del movimiento que se caracteriza principalmente por la falta de coordinación de los músculos, especialmente al realizar movimientos voluntarios. Suele deberse a problemas en el cerebelo u otras partes del sistema nervioso que controlan el equilibrio y la coordinación.
Definición básica
La palabra ataxia significa literalmente “sin coordinación” y se utiliza para describir la descoordinación de los movimientos del cuerpo. Esta falta de coordinación puede afectar a brazos, piernas, tronco, habla, movimientos de los ojos y deglución.
Síntomas principales
Los síntomas más frecuentes incluyen inestabilidad al caminar, caídas frecuentes y movimientos torpes o imprecisos de manos y brazos. También pueden aparecer dificultad para hablar con voz arrastrada, problemas para tragar, temblores y movimientos oculares anormales.
Causas habituales
La ataxia puede ser hereditaria, causada por mutaciones genéticas que dañan progresivamente las células nerviosas del cerebelo y otras áreas. También puede ser adquirida por causas como accidentes cerebrovasculares, déficits vitamínicos, infecciones, enfermedades autoinmunes, alcoholismo, tumores o efectos de ciertos fármacos.
Tipos de ataxia
Existen ataxias degenerativas hereditarias (como muchas ataxias espinocerebelosas o la ataxia de Friedreich) y ataxias adquiridas, en las que el problema aparece por un daño ocurrido a lo largo de la vida. Además, el término ataxia puede usarse solo como “síntoma” en el contexto de otras enfermedades, sin que siempre se trate de una enfermedad independiente.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico lo realiza un neurólogo mediante exploración neurológica, análisis de sangre, pruebas genéticas y técnicas de imagen como resonancia magnética para estudiar el cerebelo y otras estructuras. El tratamiento depende de la causa: algunas ataxias mejoran tratando la enfermedad de base o corrigiendo déficits, y en todos los casos se utilizan rehabilitación física, del habla y ocupacional para mantener la mejor autonomía posible.
